lunes, 15 de junio de 2009

Onofri hace vibrar a los barrocos

Enrico Onofri
ORQUESTA BARROCA DE SEVILLA

Cierre de Temporada del Ciclo Cajasol. Solistas: Molly Marsh, oboe; Enrico Onofri, violín. Director: Enrico Onofri. Programa: Obras de Castello, Legrenzi, Albinoni, Vivaldi y Geminiani. Lugar: Sala Joaquín Turina del Centro Cultural Cajasol. Fecha: Domingo 14 de junio. Aforo: Lleno.

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EL MAGO ONOFRI HACE VIBRAR A LOS BARROCOS

Vino a los pueblos de Sevilla hará sus buenos quince años en el fugaz pero soberbio Ciclo de la Diputación, y luego estuvo en la capital, precisamente en la misma sala que ayer, siempre junto a Il Giardino Armonico, el célebre conjunto milanés que actualmente reside en Valladolid. Pues bien, Enrico Onofri, porque de él lógicamente hablo, ha vuelto, en esta ocasión para dirigir a la OBS y convertir su concierto de cierre de temporada en un acontecimiento que si no tiene efecto en el futuro de la orquesta será sólo por la desidia o la incompetencia de nuestros gestores culturales.

Onofri es, sin más, uno de los más grandes violinistas barrocos de nuestro tiempo, y a sus virtudes como solista (sonido carnoso, lleno, elocuente, arrebatadoramente lírico, torrencialmente dramático, elegante, preciso, imaginativo y delicadísimo en la ornamentación...) unió anoche su capacidad como director para moldear el sonido de un conjunto de la experiencia contrastada de la Barroca de Sevilla, a la que hizo sonar con una profundidad y una robustez que no supuso merma alguna de finura, refinamiento o nitidez.

Trabajando muy especialmente sobre el fraseo, sobre la técnica de arco, sobre el gesto, el gran violinista italiano se presentó como un auténtico escultor del sonido, que matizó casi compás a compás, alternando tensión y distensión gracias a una planificación de dinámicas y tempi de una flexibilidad y una teatralidad fascinantes, como pudo comprobarse por ejemplo en el acompañamiento al movimiento lento del famoso Concierto de oboe Op.9 nº2 de Albinoni, absolutamente lleno de detalles y de claroscuros, o en La Follia de Geminiani, con un juego puramente dramático entre concertino y ripieno. Finísima Molly Marsh como solista de oboe, y aguantando el envite del maestro, que no es poco mérito, Pedro Gandía y Mercedes Ruiz en la obra de Geminiani. Experiencia a repetir.

[Publicado en Diario de Sevilla el lunes 15 de junio de 2009]

8 comentarios:

Mario Guada dijo...

Hola:

¡Qué bueno!
Me alegro muchísimo por Onofri, porque realmente es un grande. No sólo es que sea un auténtico mago del violín barroco -verle ornamentar en directo es una experiencia inolvidable-, es que es un musicazo con todas las letras, como demuestran actuaciones de este tipo.

Un mvsical saludo.

Darío Moreno. dijo...

Lo que daríamos algunos por estar bajo la guía, aunque fuera sólo unos días, del maestro Onofri.

Sin duda, uno de los mejores violinistas barrocos del momento; y en algunos repertorios insuperable.

¿No hay, Pablo, muestras sonoras o videos de los ensayos o conciertos?

Anónimo dijo...

Guau! Suertudo...

Pablo J. Vayón dijo...

Pues sí, un monstruo. A mí sólo me preocupó cuando tuvo el rapto místico y le dio por cantar.

Darío, ni tengo ni conozco grabación alguna de los conciertos (fueron tres: también hay crítica del de Córdoba) ni de los ensayos...

Mario Guada dijo...

Hola:

Buf, es cierto....
Menuda época aquella.
Creo recordar que tengo en algún lado un par de extractos de Onofri cantando Handel, que son para no dormir.

Creo que a algún buen amigo suyo le dio por decirle que tenía un bonito timbre -que lo tiene- y este pensó que esto era suficiente para hacerse cantante -todavía no me explico como un músico de su talla pudo ser tan obtuso-.

Un mvsical saludo.

Darío Moreno dijo...

Gracias Pablo.

A mí su disco Anno 1630 me pareció bellísimo.
Es cierto que Onofri no tiene la experiencia vocal de un cantante profesional. Pero tanto como terrorífico no me pareció, y menos en repertorio que él conoce tan bien: música temprana del XVII en Italia, donde el nexo de lo vocal y lo instrumental es estrechísimo.

Lejos del prejuicio, escuchemos su en efecto bello timbre, sus fraseos, sus ornamentacions (!), y -lo más destacable- su musicalidad nata para este repertorio.

Pablo J. Vayón dijo...

No me gustó ese disco. Como cantante, me pareció que Onofri trataba de dar una lección que se traía más o menos aprendida (y sí, del estilo de ornamentación de la época sabe un rato, pero cantando no me resultó verosímil en ningún momento), todo lo contrario que con el violín en las manos: todo es tan fresco, tan elocuente, tan natural que hacer lo que él hace parece la cosa más sencilla del mundo...

Mario Guada dijo...

Hola:

Estoy de acuerdo con Pablo.
Lo cierto es que no he escuchado ese disco, pero ya os digo que tengo por ahí un par de extractos del maestro haciendo Handel, aunque creo que está grabado en directo y el resultado es espeluznante.
Nada que ver con lo maravilloso que resulta escucharle tocar el violín barroco, donde a cada movimiento de su brazo le sigue una sentencia de como se debe tocar dicho instrumento.

También ha hecho sus pinitos como compositor "alla antiqua".

Un muvsical saludo.