lunes, 15 de junio de 2009

Debussy, o la Modernidad

Claude Debussy al piano en 1893
La crisis del Romanticismo derivó a principios del siglo XX en nuevas formas de entendimiento del arte. La tonalidad y el concepto clásico del tiempo musical, que encajaban las obras en estructuras fijas, cartesianas, reconocibles, con un principio, un desarrollo sujeto a determinadas normas y un final resolutivo y preestablecido, empiezan a resquebrajarse, aunque la renovación (o la ruptura, depende de cómo se entienda) no fue en absoluto unívoca ni lineal. La opción más exitosa fue, sin duda, la que plantearon los vieneses, esto es Arnold Schoenberg y sus discípulos, que llevarían a sus últimas consecuencias la disolución de la tonalidad mediante el dodecafonismo y el serialismo, una tradición triunfante en el cáotico mundo de la segunda posguerra e impuesta luego dogmáticamente hasta casi finales del siglo; pero a principios de la centuria otras modernidades eran posibles.

Por ejemplo, la que representaba Claude Debussy (1862-1918), que liberó a los sonidos de su función dramática y emotiva, eliminando entre ellos las relaciones jerárquicas clásicas y valorando cada uno de modo individual. "Estoy cada vez más convencido de que por su naturaleza misma la música es algo que no puede ajustarse a una forma tradicional y fija. Está formada por colores y ritmos", escribió. Debussy se alejaba así de la concepción de la armonía clásica, pero no lo hacía a la manera de los vieneses, enfatizando hasta el extremo las tensiones que provocan las disonancias, sino admitiendo a éstas como una parte más del discurso sonoro. Nada más opuesto a la exasperación y el expresionismo de Schoenberg que la música de Debussy, que es de una sutileza, una levedad y un refinamiento extraordinarios. Si en los vieneses la emoción sigue siendo centro vital de las composiciones, Debussy deshumaniza las suyas: le interesa atrapar un instante, una atmósfera, un color: su obra más conocida, El mar, es, por ejemplo, sensación pura, detrás de la naturaleza no hay ojo humano que la contemple. Por ello a su música se la ha llamado "impresionista".

Nelson Freire (© Fabrice Boissière)
Aunque dejó obras orquestales soberbias, una ópera imprescindible y piezas de cámara deliciosas, es en la música pianística donde el genio de Debussy se manifiesta de forma más directa y libérrima: es aquí donde la concepción del ritmo se revoluciona, como nos muestra en este CD el brasileño Nelson Freire (Boa Esperanza, 1944). Los maravillosos doce Preludios del Libro I, la suite el Rincón de los niños, el famoso Claro de Luna de la Suite Bergamasque y una pieza aislada, D'un cahier d’esquisses, sirven como perfectos modelos para entender cómo la música, aún formalmente tonal, puede dar apariencia de lo contrario, por el tratamiento flexible de la frase y la desaparición de las expectativas ligadas a la repetición de estructuras simétricas. Freire lo ofrece con una gradación de matices, una variedad en el color y un uso del rubato que potencian tanto el sentido evocativo de los Preludios como su inspiradora modernidad.

[Publicado en Diario de Sevilla el sábado 13 de junio de 2009]


Debussy por Nelson Freire
DEBUSSY

Nelson Freire, piano

Claude Debussy (1862-1918)

1. Libro I de Préludes
I. Danseues de Delphes
II. Voiles
III. Le Vent dans la prairie
IV. "Les sons et les parfums tournent dans l'air du soir"
V. Les Collines d'Anacapri
VI. Des pas sur la neige
VII. Ce qu'a vu le vent d'Ouest
VIII. La Fille aux cheveux de lin
IX. La Sérénade interrompue
X. La Cathédrale engloutie
XI. La Danse de Puck
XII. Minstrels


2. D'un cahier d'esquisses

3. Children's Corner
I. Doctor Gradus ad Parnassum
II. Jimbo's Lullaby
III. Serenade for the Doll
IV. The Snow is Dancing
V. The Little Shepherd
VI. Golliwogg's Cake-Walk


4. Clair de lune de la Suite bergamasque
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DECCA 478 1111 (Universal) [63'17'']
Grabación: Junio de 2008



Debussy: Des pas sur la neige [3'56''] Nelson Freire

2 comentarios:

Robertokles dijo...

A quién tenemos por aquí... justamente me disponía a escuchar el Debussy de Freire.

Saludos, Pablo :)

Pablo J. Vayón dijo...

Qué tal, míster Okles...