[...] Arión de Metimma, que era un citaredo sin par entre los de su época y el primer individuo, que nosotros sepamos, que compuso un ditirambo, le dio este nombre y lo hizo representar en Corinto. Cuentan que el tal Arión, que pasó la mayor parte de su vida en la corte de Periandro, sintió deseos de embarcarse para Italia y Sicilia; pero, después de haber ganado mucho dinero, quiso regresar nuevamente a Corinto. A tal efecto partió de Tarento y, como de nadie se fiaba tanto como de los corintios, fletó un navío tripulado por marineros de Corinto. Pero éstos, ya en alta mar, tramaron arrojarle por la borda para apoderarse de su dinero; entonces Arión, que se percató de ello, apeló a su piedad, ofreciéndoles su dinero, pero implorando por su vida. No obstante, no logró convencerlos con sus súplicas; al contrario, los marineros le conminaron a que se suicidara, para poder recibir sepultura en tierra, o a que se arrojara, sin más demora, al mar. Sumido, pues, en tal aprieto, Arión les pidió, dado que habían tomado aquella decisión, que le permitieran cantar de pie en el puente con sus mejores galas, y les prometió que, una vez concluido su canto, se daría muerte. Ellos, ante la placentera perspectiva de poder escuchar al mejor cantor de su tiempo, pasaron de la popa al centro de la nave. Entonces, Arión, vestido con sus mejores galas, tomó la cítara y, de pie en el puente, entonó el nomo "ortio"; y al terminar el nomo, se arrojó al mar tal como estaba, con sus mejores galas. Y, mientras los marineros ponían proa a Corinto, cuentan que un delfín tomó a Arión en su lomo y lo condujo al Ténaro.[Heródoto, Historia. Libro I.
Traducción de Carlos Schrader, Gredos, Madrid, 2008]
No hay comentarios:
Publicar un comentario