viernes, 5 de diciembre de 2008

Celebrando a Haendel (2)

Óperas para la Edición Haendel de HM
Georg Friedrich Haendel (1685-1759): RINALDO HWV 7
ópera seria en tres actos con libreto de Giacomo Rossi y Aaron Hill, a partir de La Gerusalemme liberata de Torquato Tasso

Vivica Genaux, mezzosoprano (Rinaldo)

Miah Persson, soprano (Almirena)
Inga Kalna, soprano (Armida)
Lawrence Zazzo, contratenor (Goffredo)
James Rutherford, barítono (Argante)
Christophe Dumaux, contratenor (Eustazio)
Dominique Visse, contratenor (Mago cristiano)
Freiburger Barockochester
Director: René Jacobs
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HARMONIA MUNDI HMX 2908241.49 (CD 1-3) [67'28'' - 74'56'' - 50'35'']
Grabación: Agosto de 2002


Después del éxito de su Giulio Cesare, René Jacobs se tomó más de una década para volver a grabar una ópera de Haendel, pero cuando lo hizo fue para marcar una vez más la senda a los que venían por detrás. Rinaldo fue la primera ópera que Haendel presentó en Londres (Teatro de la Reina de Haymarket, 24 de febrero de 1711) y su éxito debió de resultar definitivo para que el compositor acabase estableciendo su residencia permanente en las islas. ¿Las razones del triunfo? Sin duda, la actividad en torno a la ópera italiana que se había ido desarrollando en Londres en la primera década del siglo, con dos teatros (Drury Lane, Queen's Theatre) haciéndose la competencia, y con cantantes y compositores italianos desembarcando con normalidad en el país (las obras de Bononcini tuvieron una muy apreciable acogida: su Camilla conoció nada menos que 63 representaciones entre 1706 y 1709) prepararon el camino para la imposición del genio haendeliano, aunque sin duda la presentación de un tema con efectos de magia, hechiceras y transformaciones en escena, tan del gusto inglés, debió de ayudar lo suyo al buen aprecio de los londinenses.

Sólo tres años después de que Christopher Hogwwod grabase la obra para Decca con un reparto de lujo (Bartoli, Daniels, Fink, Orgonasova...), Jacobs venía a darle una nueva lección a los ingleses en su (supuesto) terreno: el virtuosismo de las voces estaba muy bien, pero ya no era suficiente: había que hacer verosímil la trama dramática (esto es, el juego teatral; al referime a la 'verosimilitud' no quiero decir que uno tenga que creerse la historieta de fondo, detalle que algunos confunden), y Jacobs se pone a ello envolviendo los recitativos en los colores de un bajo continuo variado y soberbio (maravillosa el arpa de Mara Galassi), añadiendo aquí y allá pequeños efectos (pajaritos, el viento, grandes efectos percutivos que anuncian la magia de Armida, como esa entrada tremenda en "Furie terribili"), explotando todas las posibilidades de color y contraste, que son muchas, de los soberbios Barrocos de Friburgo, dejando gran libertad a los cantantes para la ornamentación y añadiendo pequeñas piezas instrumentales y hasta algunos de los arreglos que William Babel hizo sobre determinados pasajes de la obra (se incluyen las ornamentaciones clavecinísticas sobre "Vo'far guerra", con un Nicolau de Figueiredo desatado).

Versión detallista y teatral como no hay de la obra, a pesar de que en la fecha de su salida fueran muchos lo que aún andaban deslumbrados con los gorgoritos de Bartoli y Daniels y no lo apreciaran del todo (y que conste que la versión de Hogwood me parece también muy buena). La muy particular voz de Vivica Genaux (lo desabrido del timbre recuerda a Callas) le da un toque muy personal a Rinaldo. La coloratura es impresionante, pero en el canto spianato ("Cara, sposa") la cantante de Alaska conquista también por el color, los reguladores y el sentido teatral de cada frase. La hechicera Armida queda magníficamente atrapada en el canto torrencial de Inga Kalna, mientras que Almirena está servida por una siempre dulcísima y elegante Miah Persson (emocionante "Lascia ch'io pianga"; esas glosas finales del violín de Petra Müllejans...). La conjunción de las dos voces en el dúo de las sirenas (¡castañuelas! en el acompañamiento) causa un efecto contrastante de alto poder expresivo. Lawrence Zazzo, aún no muy conocido por entonces, mostraba ya su canto homogéneo, el brillo de sus agudos y cierta tendencia a la exageración en la ornamentación. El bajo James Rutherford parece algo tosco y enfático en los recitativos, pero sorprende con un "Vieni, o cara" (una de las arias que Wernicke regala a Curio en su Julio César) magníficamente dicho (y acompañado de forma absolutamente maravillosa). A Christophe Dumaux se le notan muchos los cambios de registro, pero no desentona, y la presencia de Visse como secundario es todo un lujo. Un gozo.


Haendel: "Cara sposa" de Rinaldo. [8'53''] Vivica Genaux. Freiburger Barockorchester. René Jacobs


Haendel: "Ah, crudel" de Rinaldo. [7'10''] Inga Kalna. Freiburger Barockorchester. René Jacobs

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con tu comentario. Por no añadir que, respecto a la partitura, es más respetuosa la versión de Jacobs que la de Hogwood. A mí la de este último me encanta, pero la de Jacobs... tiene un yo qué sé un qué sé yo... que la hace más cálida y cercana. Creo que las dos se complementan muy bien, en todo caso. (Y huid, huid de ese engendro cavernoso grabado por Malgoire).

Antonio Torralba dijo...

No estoy de acuerdo con la opinión de mi querida Ana de la Robla sobre la versión de Malgoire de 1977. Tenía idealizada esa versión en la memoría, porque fue la primera que escuché y temía dedepcionarme ahora... Pero no. La he vuelto a oír hace unos meses y la llamaría irregular pero no cavernosa. Además, hay cosas maravillosas en esa grabación. No sólo Cotrubas, que está soberbia, sino detalles de la dirección que me parecen estupendos.

Anónimo dijo...

Antonio, queridísimo, no me negarás que la mera toma de sonido es bastante mala, y que hay una falta de brillo en general que la hace bastante floja. Curiosamente, también fue mi primera versión, antes de que se grabara la de Hogwood. No sé, en todo caso es una opinión. Un beso, Antonio.