sábado, 13 de diciembre de 2008

Crónicas Giennenses

Úbeda
El fin de semana pasado tuve ocasión de quitarme por fin un baldón de encima: estuve por primera vez en mi vida en el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, que ha alcanzado ya una madurez e importancia más que notables. La XII Edición se celebró entre el 21 de noviembre y el 8 de diciembre y, en correspondencia con el segundo centenario de los episodios nacionales de 1808, llevó como lema "Sones de batalla: Música y guerra en el mundo hispano (ss. XVI-XIX)", un lema que quedó reflejado en la programación de conciertos de forma increíblemente detallada. Pocas veces puede encontrarse una correspondencia de este nivel entre el título genérico del certamen y su contenido. Mi más sincera felicitación por ello a Javier Marín López, director del certamen por segundo año consecutivo y responsable de esta programación.

Declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y distantes entre sí apenas 8 kilómetros, Úbeda y Baeza son dos de los pueblos más hermosos de Andalucía, y me atrevería a decir que de toda España. Aunque el Festival ha ido extendiendo sus tentáculos por otras localidades de la provincia, incluida la capital, su centro neurálgico se concentra en la sede Antonio Machado de la Universidad Internacional de Andalucía, que se asienta en dos inmuebles históricos de Baeza, el Palacio de Jabalquinto y el Antiguo Seminario Conciliar, donde tienen lugar los cursos, y en los auditorios en los que se celebran los conciertos, que se han creado acondicionando otros dos edificios de impresionante valor artístico, ambos debidos al genio de Andrés de Vandelvira, el Hospital de Santiago de Úbeda y las Ruinas de San Francisco de Baeza.

Como viene siendo norma en mis visitas a cualquier festival y en cualquier época del año que se tercie, llovió copiosamente durante los dos días que pasé en Jaén, aunque debo reconocer que la mayor parte de las precipitaciones me pillaron a cubierto. No llovía cuando el sábado 6 por la tarde me acerqué hasta el Hospital de Santiago para escuchar el concierto que presentaba Forma Antiqua, con un programa producido especialmente para el Festival. Mi encuentro con este estupendo conjunto asturiano suponía también el pago de una deuda pendiente, ya que no había tenido ocasión de escucharlo nunca en directo. El programa llevaba por título "Resuene el orbe ... una historia de tercios españoles" y se configuraba como una imaginativa asociación de piezas instrumentales de los siglos XVI y XVII relacionadas con la música de batalla y el recitado de unos textos por parte de un actor (Carlos Dávila), arreglados de los que el Duque de Rivas incluyó en sus Romances históricos alusivos a la batalla de Pavía (1525), aquella en la que Francisco I de Francia acabó hecho prisionero por el emperador Carlos V. Por desgracia, la noche antes del concierto, Lina Tur Bonet, que iba a tocar como concertino, resbaló mientras volvía al hotel y se partió un hueso de su muñeca izquierda, lo que obligó al grupo a introducir cambios de última hora, tanto en la distribución de las partes como en la selección de las obras, y dejó como violinista en solitario a Guadalupe del Moral, tan guapa como siempre y tocando de escándalo (conozco pocos sonidos de violín barroco más sensuales y ágiles que el de esta chica, me recuerda incluso al de la gran Elizabeth Blumenstock, si bien el de Blumenstock es un sonido algo más grande y carnoso). Pese a todos los problemas, los resultados fueron extraordinarios, pues el estilo vitalista, intenso e imaginativo de Forma Antiqua convino especialmente bien al programa escogido, aunque supongo que más de un asistente a los paralelos cursos de musicología se llevaría las manos a la cabeza en más de una ocasión por la libertad con la que el grupo entiende e interpreta este repertorio.

Baeza
Al día siguiente, domingo 7, el Festival se trasladaba a Baeza, donde actuaban los celebérrimos Tallis Scholars, con un programa que tenía como principal aliciente la Misa de Batalla a 6 voces del mexicano López Capillas. Como me suele ocurrir siempre que escucho a los Tallis (y van ya unas pocas veces), me sentí como un bicho raro en medio del enfervorizado público asistente, pues a mí el conjunto de Phillips me suele dejar más bien frío. Cierto que el grupo estuvo bastante mejor que en su pasada visita a la Catedral de Sevilla a principios de este año y que su empaste es espectacular, pero me irrita esa obsesión por pulir todas las aristas, por sonar siempre brillantes, por tapar permanentemente las voces medias (dos partes de tenor en la Misa, ¡quién lo diría!), y no soporto que en medio de una antífona de Guerrero una soprano me chille...

El Festival se cerraba el inmaculado lunes a las 12:30, otra vez en Úbeda, y de forma harto singular, con el rescate en versión de concierto de una ópera de contenido patriótico compuesta (y posiblemente escrita) en 1815 por Ramón Garay, compositor asturiano que trabajó en Jaén: Compendio sucinto de la revolución española. Transcrita y editada por Pablo Pacheco Torres, la ópera se presentaba en coproducción con la SECC (Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales) y la colaboración de la Ópera de Oviedo que la ofrecía un par de días después. Cuatro personajes alegóricos (Ángel, España, Patriota y Afrancesado), coro y orquesta, que añade a la cuerda parejas de clarinetes, fagotes y trompas, son los mimbres que requiere una obra estructurada en dos actos y que es un auténtico compendio de las formas de la música española del Clasicismo: junto a las arias abundan las canciones con copla y estribillo, coplas sueltas, coros y recitados, con algún aire de contradanza añadido. No es desde luego una gran música, aunque Garay muestra un cabal conocimiento de la escritura orquestal (dejó 10 sinfonías, algunas de las cuales fueron grabadas por la Orquesta Barroca de Sevilla al poco de su creación para un disco de la Junta de Andalucía que, afortunadamente para la propia orquesta, nunca se publicó) y hay momentos de interés dentro de un contexto volcado hacia lo popular refinado, por decirlo de un modo lo más sencillo y expresivo posible. El texto, todo en verso y al que puede llegarse siguiendo cualquiera de los dos enlaces anteriores, es además muy curioso (lo del "olivado suelo" referido a Bailén resulta sencillamente antológico) y políticamente incorrecto (se habla de la nación española, ¡oh!). Son en total 30 números así agrupados:
Acto I
Escena 1ª Prisión del Rey
Escena 2ª El dos de mayo
Escena 3ª Excitación al levantamiento de las provincias
Escena 4ª Levantamiento casi general de la nación
Escena 5ª Batalla de Bailén
Escena 6ª Movimiento de Madrid al saber la batalla de Bailén
Escena 7ª Entrada de las tropas en Madrid
Escena 8ª Encuentro de los ejércitos en Castilla

Acto II
Escena 1ª Madrid y casi toda la España oprimida
Escena 2ª Lamentos de la España oprimida
Escena 3ª Sucesos victoriosos
Escena 4ª Entrada de los ejércitos en Francia
Escena 5ª Rescate del rey y su vuelta a España
Resumen de la obra en coplas
Escena Final
La producción musical resultó, pese a la premura con la que fue montada (apenas 4 días), estupenda. La Grande Chapelle, dirigida desde la muerte de Ángel Recasens en el verano de 2007 por su hijo Albert, que hacía ya un imprescindible trabajo musicológico para el conjunto, es prácticamente el único gran grupo que yo conozca que dedique el 100% de sus esfuerzos a repertorio exclusivamente español. En este caso se presentaba con un coro especialmente formado para la ocasión, en el que abundaban las voces españolas (el grupo suele trabajar a menudo con cantantes belgas y holandeses), y con un conjunto instrumental con nombres destacadísimos: en el primer atril de las violas estaba por ejemplo Patricia Gagnon, Toni Salar Verdú era uno de los clarinetistas y entre las cuerdas era posible ver a varios miembros de la orquesta de Gardiner. Seguramente faltaron ensayos para empastar todo con más precisión y para lograr un sonido más redondo y afilado, pero la parte instrumental resultó más que aceptable (hubo en cualquier caso algunos desajustes notorios en los violines y también en las entradas de algunos números vocales) y Recasens hizo un admirable trabajo de concertación con el coro y unos solistas magníficos: María Eugenia Boix fue un Ángel encantador (formidables sus recitativos, siempre llenos de intención y teatralidad; esta chica hará cosas importantes); Marina Rodríguez Cusí (fresco aún su triunfo maestrante con la Cornelia haendeliana), hizo una España impecable, hermosísimo el color, aunque tal vez sin la implicación expresiva de Boix (su lamento del acto II podría haber tenido algo más de intensidad); Juan Sancho, el Patriota, cantó como siempre: esto es con una elegancia y una naturalidad pasmosas (otro que llegará lejos); mientras que para el bajo canadiense Jonathan Brown quedó el papel del malo, el Afrancesado, que resolvió con absoluta solvencia e incluso gracia. No había demasiado público (ni la hora ni el día eran los mejores, hacía frío y justo quince minutos antes de la hora prevista para el comienzo se puso a diluviar), pero la gente que fue pareció pasárselo muy bien. Yo también. Luego, almuerzo con los amigos del Festival (muchas gracias por todo) y tres horitas y pico de coche camino de casa, cómo no, bajo la lluvia. Bien está lo que bien acaba.

5 comentarios:

Ángel dijo...

Bueno, yo estuve en el concierto de los Tallis en Baeza. No sé si se me puede considerar fan absoluto de los Tallis. Me gusta mucho su sonido y ese empaste perfecto de perfecto coro inglés, pero voy descubriendo poco a poco grupos que me conmueven bastante más en algunas grabaciones. Véase, los Huelgas con su Requiem de Richafort (hasta ahora inigualables para mí).

No obstante, el concierto de los Tallis fue uno de los peores que les he escuchado. Decir esto implica que ojalá muchos grupos dieran conciertos tan "malos", claro. La acústica no acompañó nada a unos Tallis con una extraña plantilla (Janet Coxwell me convence cada vez menos, y George Pooley flaquea bastante como tenor, sobre todo al lado de Chris Watson), y con un programa cuya primera parte no llegué a entender. Esas misas de batalla me desconciertan. No, no me gustan (quizá la Missa Pro Victoria...).

En fin, esto daría para mucho. En cualquier caso, he oído a los Tallis en conciertos realmente memorables, como el que ofrecieron en Murcia la primera vez que vinieron.

Es un placer leerte y seguir tus posts.

Pablo J. Vayón dijo...

Es obviamente una cuestión de gustos. En mi opinión la polifonía que hacen la inmensa mayoría de los grupos ingleses, con ese énfasis permanente sobre la verticalidad de la música, el empaste hiperbólico y la brillantez suma no resulta suficiente para hacerme gozar de una música que adquiere perfiles bien diferentes, más humanos, intensos, expresivos y emotivos cuando se oye en grupos continentales, técnicamente igual o casi igual de buenos (aunque a lo mejor no sean tan perfectos en la afinación y necesiten trabajar más y no puedan igualarse a los ingleses en las lecturas a primera vista), pero que además privilegian la transparencia de las texturas, la horizontalidad, el valor de los timbres individuales y no se dedican a pulir absolutamente todas las aristas y las irregularidades de las obras que interpretan: el Huelgas por supuesto, pero también el Clément Janequin, Doulce Mémoire, la Capella Pratensis o La Trulla de Bozes, por citar los primeros que se me vienen a la mente... La música del Renacimiento es, en mi opinión, algo más que conseguir clavar y empastar una sucesión de acordes con sonidos bellos y etéreos.

Ángel dijo...

¿Y qué te parecen otros coros ingleses que tradicionalmente se han visto distanciados de la fórmula Tallis precisamente por conseguir, dentro de lo posible, el mismo empaste con algo o bastante más de calidez? Cardinall's, Gabrieli, Alamire, Ensemble Plvs Vltra, Chapelle du Roi (responsables de la otra versión del Requiem de Richafort).

A mí, particularmente y por citar un ejemplo, los Cardinall's de Carwood y su compilación de Byrd me parecen superiores en algunos aspectos a los Tallis.

Pablo J. Vayón dijo...

Al Alamire apenas lo conozco. A los Cardinall's los estoy escuchando justo en este momento con su último disco dedicado a Hyeronimus Praetorius, y aunque están más o menos en la misma línea que los Tallis (Carwood suele cantar con el grupo de Phillips), sobre todo en el desequilibrio hacia la brillantez de las sopranos, encuentro desde luego más intensidad y un esfuerzo por enfatizar la expresividad en función del texto. Los Gabrieli de McCreesh me parecen algo irregulares, pero cuando aciertan son muy buenos (me gusta su Victoria, aunque el famoso Requiem que grabaron los Tallis también me parece excelente, de lo mejor que han hecho nunca). Michael Noone tiene a gala el que su grupo no se parece a los ingleses (acaso por el empleo habitual de ministriles, como los Gabrieli), aunque a mí no me parece que esto esté tan claro: el Ensemble Plus Ultra suena bastante inglés. No he escuchado sus primeros discos de la colección que van a dedicar a Victoria, de los que en cualquier caso me han hablado muy bien. La Chapelle du Roi es posiblemente el conjunto peor tratado por la industria discográfica y para mí el mejor de todos estos que citas: su Tallis es buenísimo, con lo mejor de los grupos ingleses pero una hondura, una transparencia y una capacidad para dar individualidad a cada pieza que desde mi punto de vista es difícil encontrar en los Tallis. Y de los que no citas, el Clerk's Group me parece lo más parecido a un grupo continental que haya en Inglaterra, puede que porque se dedican habitualmente a música más antigua; su Ockeghem me parece extraordinario.

Anónimo dijo...

lina tur bonet esta ya hace meses tocando por toda europa con gran exito de publico y critica...desde entonces han sido ya muchas sus siempre fascinantes apariciones publicas.

fue una verdadera pena no poder disfrutar de su arte en diciembre.

me extrania que aun este publicado su accidente,con tal lujo de detalles nada agradables, por otro lado.

dado que de ello no queda ninguna secuela, mas que un mal recuerdo en ubeda, creo conveniente que se borre de una vez de este blog una mala noticia que siempre hemos de encontrar los que seguimos su interesante trayectoria por internet.

un admirador