El impulso trágico y fatalista que movían las anteriores versiones cinematográficas de Carmen siguiendo en lo básico el guión de la novela de Merimée, de la ópera de Bizet o de ambas a la vez, en Carmen, la de Triana transmuta en otra cosa, y no porque la tragedia esté ausente del filme, sino porque el personaje femenino no tiene aquí esa fuerza libertaria que en el original defiende incluso a costa de su vida. Carmen paga también por su libertad, pero ahora no con la muerte, sino con el pesar de ver morir a los dos hombres a los que se ha entregado.
Durante la Guerra Civil española, los únicos estudios cinematográficos existentes estaban en Madrid y Barcelona, ciudades ambas que permanecieron en manos de los republicanos casi hasta el final de la contienda, por lo que los cineastas que trabajaban en el bando nacional hubieron de buscar acuerdos de coproducción con los aliados italianos y alemanes para hacer sus películas. Es el caso de Florián Rey, que se iría hasta Berlín para rodar en los estudios de la UFA Carmen, la de Triana (1938) y La canción de Aixa (1939), ambas con Imperio Argentina, que se había convertido en su esposa unos años antes, como gran estrella. Otro de los directores beneficiados de aquellas coproducciones fue Benito Perojo, que en aquellos años hizo hasta tres películas en Berlín: El barbero de Sevilla, Suspiros de España y Mariquilla Terremoto. Los títulos de las producciones parecen suficientes para apercibirse de una temática que buscaba ante todo el exotismo del tipismo español, lleno de tópicos románticos, eso que luego derivaría en la tan denostada españolada, y que estaba ya presente en la novelita de Merimée. En 1998, Fernando Trueba trataría el tema de los españoles en Berlín en La niña de tus ojos, película en la que algunos creyeron ver el desarrollo de algunos episodios personales de Imperio Argentina, lo que el director negó siempre.
Esta visión estereotipada de lo español –o de lo andaluz, que, como he repetido ya muchas veces, en la visión romántica de España viene a ser la misma cosa–, es bien apreciable en este acercamiento de Florián Rey al mito de la cigarrera, que aquí, que se sepa, no trabaja en una fábrica de tabacos, por más que aparezca al principio llevando unos puros al torero Antonio Vargas Heredia, que está en prisión y con el que tiene (o tuvo) una relación sentimental. De la película se hicieron dos versiones, la española, y otra en alemán, titulada Andalusische Nachte y planificada también por Florián Rey, aunque fuera dirigida por Herbert Maisch y protagonizada por actores locales. Escenarios llenos de elementos tópicos de lo andaluz, lo español, lo gitano, que para la mirada europea eran la misma cosa, con rejas, guitarras, abanicos, carteles de toros, bullicio y el uso de un un dialecto claramente forzado en los personajes andaluces. Aunque la mayor parte de la producción se grabó en interiores, se usan algunas imágenes registradas en exteriores de Andalucía, en concreto, de Ronda, para los parajes de sierra, y unos planos generales de la Maestranza de Sevilla, para las escenas de la lidia.
Como se ha dicho, cuando la película empieza, Carmen conoce ya al torero. Su encuentro con José Navarro (apellido gentilicio) se produce cuando el brigadier intercede ante un sargento de la compañía para permitirle llegar hasta Antonio Vargas Heredia. En el ambiente de la prisión se introduce la primera copla, que acompaña con la guitarra un tuerto (sin duda, referencia oculta de Florián Rey a la novela), pues el filme es obviamente musical, aunque sean sólo cuatro los números musicales que se intercalan en la acción, siempre de forma bien justificada y bastante fluida. Carmen es bailarina en un local de Triana, el del Mulero, al que esa noche invita a José. Es allí donde la gitana se enfrenta a una mujer que trata de seducir al soldado, provocando una pelea que termina con la otra herida y con la protagonista camino de la prisión. Su liberación por parte de José supone la degradación de éste y su envío a presidio en el castillo de Gibralfaro, al que nunca llegará, pues un grupo de contrabandistas asalta el convoy que lo conduce y lo libera. En este episodio, Rey introduce una clara insinuación erótica, acaso la única mínimanete explícita de la película, cuando Carmen convence al soldado para que le permita ir hasta su casa a cambiarse de ropa y el brigadier la contempla turbado por el reflejo de una ventana (el uso de los reflejos reaparecerá en otros momentos del filme con intenciones simbólicas, que tienen que ver con el destino).
Frente a las otras versiones cinematográficas del mito, Carmen, la de Triana está perfectamente ambientada en unas fechas muy concretas: la degradación de José Navarro se produce el 25 de julio de 1835 y la corrida de toros final, algo menos de dos meses después, el 14 de septiembre, como puede verse en un cartel que cuelga en la venta en la que se encontrarán los dos rivales en el corazón de Carmen. No faltan en la película elementos fatalistas, vinculados en gran medida a la superstición de la protagonista, pues hay una escena de cartas y una consulta a una hechicera, en un ambiente que realzan el rostro desencajado y los gritos de Carmen y una iluminación de carácter tenebrista, de claro ascendente expresionista, que se usa también en otros momentos de la obra.
Cuando José es herido en un enfrentamiento con los dragones y, entre delirios, expresa su vergüenza por la traición cometida al abandonar el ejército, Carmen comprende su error al condenarlo a una vida para la que el soldado no está preparado. Se vuelve entonces hacia el torero. José está decidido a entregarse, pero se cruza con Antonio y los celos lo conducen a la plaza, en la que Vargas Heredia morirá cogido por un toro al perder su atención por el clavel que le arroja Carmen desde la grada (el velatorio está tratado casi en clave pictórica por Rey, que dispone un túmulo que recuerda el monumento de Benlliure a Joselito el Gallo en el cementerio de Sevilla). En la plaza, no se produce en cualquier caso ningún enfrentamiento, ni siquiera un encuentro, del soldado con la gitana. Conocedor de que se prepara una emboscada contra la compañía de dragones, una vez producido el incidente en la plaza, José corre a advertir a sus antiguos camaradas y muere en la explosión del puente que los contrabandistas habían preparado. La película termina con la rehabilitación póstuma del brigadier, mientras Carmen se acerca a depositar flores sobre su féretro. El destino ha vuelto a jugar sus cartas, aunque cambiando el papel de las víctimas.
1. Carmen y Antonio
2. Los piconeros
3. Vendrá la muerte
4. Y tendrá tus ojos
FICHA TÉCNICA
Título original: Carmen, la de Triana
Fecha de producción: 1938
Duración: 95 minutos
Director: Florián Rey
Guión: Florián Rey, a partir de Prosper Merimée
Fotografía: Reimar Kuntze
Montaje: J. Rosinski
Decorados: Franz Schroedter
Música: Juan Mostazo y José Muñoz Molleda
Reparto:
Imperio Argentina (Carmen)
Rafael Rivelles (Antonio Vargas Heredia)
Manuel Luna (José Navarro)
Alberto Romea (Comandante Ramírez)
Anselmo Fernández (Miguel)
Pedro Barreto (Salvador)
Margarita Simo (Dolores)
José Prada (Sargento García)
Pedro F. Cuenca (Juan)
Julio Roos (Capitán Moraleda)
Carmen Morando (Asunción)
J. Noé Peña (Triqui)
Juan L. Díaz (Mulero)
[Andalucía desde Berlín, por Rafael Jover Oliver (PDF). En IMDb. Florián Rey en Wikipedia. Imperio Argentina en Wikipedia. Imperio Argentina canta Antonio Vargas Heredia en Azabache (Expo'92 de Sevilla). Penelopé Cruz canta Los piconeros en alemán en La niña de tus ojos].
1 (Cecil B. DeMille) - 2 (Charles Chaplin) - 3 (Ernst Lubitsch) - 4 (Jacques Feyder)
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