A finales de mayo se cumplen los 200 años de la muerte de Franz Joseph Haydn (Rohrau, 1732 - Viena, 1809), el más célebre y prestigioso músico de su tiempo, muy por encima de Mozart, del que fue leal amigo. En realidad, puede considerarse a Haydn el primer gran compositor de trascendencia realmente europea de la historia, pues su obra, compendio de multitud de tradiciones diferentes, resultó inteligible a los profesionales y aficionados de todos los países, que lo admiraron por igual. La forma en que el compositor se aprovechó del auge de la edición y de las nuevas formas de difusión musical, sobre todo a partir de 1779, cuando el nuevo contrato con el príncipe Esterhazy le concede una mayor libertad de acción, permitió que su música llegara a todos los rincones del continente, a veces de forma simultánea.
Sin embargo, a su muerte el olvido lo alcanzó con inusitada rapidez. Los románticos prefirieron siempre el genio de Mozart, pues veían perfectamente trasladada a su música esa actitud de rebeldía y de inequívoca vocación de enfrentarse con el medio social hostil que tocó vivir al salzburgués, un talante que tenían por propio. En cambio Haydn se les aparecía como un hombre dócil y morigerado, casi servil, que escribió una música tan pulida que resultaba meliflua. La rehabilitación tardó. Si a principios del siglo XX, el compositor empezó a ser reconocido por alguna gran obra coral, sus sinfonías y sus cuartetos, a cuyo desarrollo tanto aportó, sólo recientemente su reputación ha empezado a ser completamente restaurada, y a principios del siglo XXI Haydn se presenta no sólo como un autor clave para entender la evolución de los 200 últimos años de música, sino también como un maestro de una creatividad sin límites, una variedad de recursos casi inigualable y un sentido del humor que los artistas románticos, enfermos perpetuos de trascendencia, jamás entendieron ni le perdonaron.
Perjudicado acaso también por un catálogo extensísimo, la contribución de Haydn a determinados géneros aún no ha sido bien apreciada por la discografía: pasa con la ópera, que llega en pequeños goteos. El sello Bis ha publicado por ejemplo Acide, su primera ópera italiana (1763) grabada por Manfred Huss y su Haydn Sinfonietta Wien, de quienes el sello sueco ha recuperado y reeditado otros trabajos realizados en su día para Koch Schwann. Un recital del barítono Thomas Quasthoff en DG es otro de las grandes novedades de música vocal haydniana. No conviene olvidarse de la vuelta al sello Glossa de Frans Brüggen, donde se publican unas estupendas Siete últimas palabras en su versión original para orquesta, la misma obra que Ricercar presenta, aunque en su formato cuartetístico (Cuarteto Terpsycordes). La resurrección del sello Arcana ha traído también dos buenas noticias: la publicación del último volumen de la integral cuartetística del Festétics y un nuevo trabajo del pianista Paul Badura-Skoda, aunque en este repertorio quizá haya quien prefiera la juventud de Gary Cooper (sic) en la marca holandesa Channel. Un disco del sello Passacaille con Conciertos para violín y órgano que toca La Divina Armonía de Lorenzo Ghielmi se acerca a otro de los géneros, el concertante, menos tratados del músico.
Con todo, la gran edición del año sobre la figura de Haydn la ofrece Harmonia Mundi, que, además de un álbum doble de presentación titulado A Haydn celebration, ofrece reediciones y novedades. Entre las primeras, los tres volúmenes de Sonatas pianísticas de Alain Planès en un único álbum, un disco con los célebres Tríos grabados por Cohen, Höbart y Coin, Conciertos para cello (Queyras) y para piano (Staier) junto a la Barroca de Friburgo, dos discos de Sinfonías (Müllejans y Jacobs), Las Estaciones (Jacobs; con esta obra DHM acaba de publicar un gran trabajo de Harnoncourt), un volumen de cantatas (Andreas Spering) y el primer CD de cuartetos de los jóvenes del Jerusalem, protagonistas con su segundo volumen (Op.20 nº5, Op.33 nº3 y Op.76 nº5) de una de las novedades de este mismo mes, aparecida junto a las últimas Sonatas grabadas por Planès. Pero lo mejor en el terreno de las novedades está por llegar, pues la multinacional francesa anuncia para el verano la Op.33 completa por el Cuarteto Casals y para el otoño, La Creación interpretada por René Jacobs y un volumen de Conciertos para violín por parte de Gottfried von der Goltz y los Barrocos de Friburgo. Salgamos pues al encuentro y celebremos esta música siempre fresca, lozana e inagotable, como en su tiempo ya supo ver el canario Tomás de Iriarte: "Sólo a tu numen, Haydn prodigioso,/ las Musas concedieron esta gracia/ de ser tan nuevo siempre, y tan copioso [...]".
[Publicado en Diario de Sevilla el sábado 16 de mayo de 2009]
Y no basta que el método juicioso
Guarde los distintivos caracteres
Que las instrumentales obras piden:
También amenizarlas es forzoso;
Pues nada busca el hombre en sus placeres
Como la variedad; y no hay sentido
Más pronto en fastidiarse que el oído.
Así cualquier tocata comúnmente
En tres, o más porciones se reparte
De estilo, tiempo, y aire diferente;
Y adaptándose el arte
A los diversos gustos, se desvela
En alternar la fuga presurosa
Con la dulce y sencilla pastorela;
O con la marcha grave
La giga caprichosa;
O el alegre minué con la suave
Canzoneta, adornada.
En sus repeticiones,
De ricas e ingeniosas variaciones:
Y tal vez una escena recitada
Al instrumento apropia,
O de aria delicada
Y de rondó gracioso el canto copia.
Fuera de estas comunes variedades,
Perenne manantial de novedades,
Halla el Autor que las distintas voces
Agudas, graves, tardas, o veloces,
De mil modos combina,
Que el Oyente suspenso no adivina.
Solo a tu numen, Hayden prodigioso,
Las Musas concedieron esta gracia
De ser tan nuevo siempre, y tan copioso,
Que la curiosidad nunca se sacia
De tus obras mil veces repetidas.
Antes serán los hombres insensibles
Del canto a los hechizos apacibles,
Que dejen de aplaudir las escogidas
Cláusulas, la expresión, y la nobleza
De tu modulación, o la extrañeza
De tus doctas y harmónicas salidas.
Y aunque a tu lado en esta edad numeras
Tantos y tan famosos Compatriotas,
Tú solo por la Música pudieras
Dar entre las naciones
Vecinas, o remotas
Honor a las Germánicas regiones.
Tiempo ha que en sus privadas Academias
Madrid a tus escritos se aficiona,
Y tú su amor con tu enseñanza premias
Mientras él cada dia
Con la inmortal encina te corona
Que en sus orillas Manzanares cría.
[Tomás de Iriarte, La Música, Canto V, Parágrafo V]
3 comentarios:
Enhorabuena por el blog! es una excelente fuente de información. Gracias,
Luis
Gracias. Se hace lo que se puede... y lo que me dejan.
SirPa, ¡qué grossos Giardínicos!.
Después de oírlos no queda ninguna otra versión que apetezca degustar.
Giustino Tortezla.
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