Con la venia, míster Vayón.
Que digo yo que el problema es que nunca se nos han dado demasiado bien las cuentas, que las olimpiadas matemáticas siempre han sido cosas de piojos del norte con cerebros computerizados, que inventen ellos y todo eso. Y si el pueblo soberano tiene problemas con las sumas hasta cuando da propinas, qué vamos a exigirle a la clase dirigente más populachera conocida desde que la reina borbón bailase rigodones con sus ministros. Fíjese, por ejemplo, en Maribel y sus vestiditos: desde que fue nombrada delegada de la cosa cultural en Sureña, no sale de unas cuentas cuando se mete en otras. Claro que administrar la herencia del Comandante Juan Carlos no debe ser asunto de poca monta, que en cuestión de cuentas ese hombre tiene una querencia por el rojo que ni los vitorinos, digo yo que será por no perder el aprecio del One, el del talante encarnado. Acuérdese del papelón que hizo ella, Maribel, dando razón del presupuesto de esa cosa de la música antigua, que dejó una reducción cercana al 50% en un "más o menos igual que el año pasado". Eso es ingeniería contable y no la de los Albertos. La de números que habrá tenido que hacer esta mujer para juntar los 460.000 euros 460.000 que cuesta llevar este verano a Pedro I el Afortunado a la China. Aunque el Emperador se dio prisa en declarar que en realidad tenemos que estarle agradecidos, que es a él a quien invitan, por ser tan bueno y por haber tenido tanto éxito el año pasado con sus afortunados centuriones de la Gran Canaria en la patria de Pu Yi, y que medio milloncejo por hacer olímpicos a los centuriones sureños es una auténtica ganga, que nos quejamos de vicio. Así que en ese ambiente de exaltación, imbuida de noble espíritu olímpico y con las neuronas en el óptimo de su rendimiento después de tantas sumas, Maribel y sus vestiditos lo soltó, así, sin preparación ni anestesia, que la orquesta de Sureña es una de las ocho mejores del mundo, lo cual, aunque sea opinión que comparte también algún cronista local, no me dirá que no resulta una declaración de impacto, sobre todo si le cuento que las otras siete orquestas no están en Berlín ni en Viena ni en Amsterdam ni en Londres ni en Nueva York ni en Chicago, no, no, no, están en Escocia, en Finlandia, en Frankfurt, en Rotterdam y hasta en Nueva Zelanda. Menudo meneo al escalafón. Esto debe de formar parte de la revolución esa que anunciaba hace unas semanas el Comandante Juan Carlos. Y qué callado se lo ha tenido hasta ahora. Digo yo que habrá sido por lo mismo que don José el de los Concetos, que ha refrenado su lengua durante meses para no perturbar el desarrollo de las elecciones en el Partido Demócrata. ¿Sabe qué? Si Maribel habla hace sólo un mes, este verano nos encontramos a Sir Simon Rattle rascando las tripas de un violín en la calle Tetuán.
Monsieur Pastia
2 comentarios:
Téngase, mesié Pastia. Mire que la autoridad nos cierra l'auberge...
Si los necesita puedo mandarle al Remendado y al Dancaire... Delicados no, pero discretos son un rato.
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