martes, 3 de marzo de 2009

La orquesta de un malagueño

Obras orquestales de Emilio Lehmberg por José Luis Temes y la Filarmónica de Málaga en el sello Verso
Emilio Lehmberg (1905-1959): OBRAS ORQUESTALES
Orquesta Filarmónica de Málaga
Director: José Luis Temes

1. Granada
I. Albaicín
II. Sacro Monte
III. Alhambra
IV. Generalife
V. Fiesta


2. Impresiones del atardecer

3. Suite andaluza
I. Bulerías
II. Farruca
III. Fandango
IV. Bolero
V. Zapateado


4. Sinfonía
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VERSO VRS 2067 (Diverdi) [76'37'']
Grabación: Septiembre de 2008


La extraordinaria tarea de recuperación e interpretación del repertorio español de los últimos dos siglos que José Luis Temes (Madrid, 1956) lleva haciendo desde hace años, y que en 2008 le reportó el merecidísmo Premio Nacional de Música, continúa discográficamente a lomos del sello Verso con un monográfico dedicado al malagueño Emilio Lehmberg (1905-1959), en el que dirige a la Filarmónica de Málaga con dos obras de tono nacionalista: Granada y Suite Andaluza, unas descriptivas Impresiones del atardecer y una Sinfonía de corte neorromántico y estrenada póstumamente.

[Publicado en Diario de Sevilla el sábado 28 de febrero de 2009]


Lehmberg: Andante (2º movimiento) de la Sinfonía. [10'53''] Orquesta Filarmónica de Málaga. José Luis Temes.

P.S. Dice José Luis Temes a cuenta de este programa:
Emilio Lehmberg compuso una docena de obras orquestales, aunque las partituras de al menos dos están en paradero desconocido. Así que de las diez obras que componen hoy por hoy su legado sinfónico, recogemos en este CD cinco que consideramos altamente representativas de su pensamiento orquestal.

Por desgracia, dada la antedicha carencia hoy por hoy de un buen estudio biográfico y musicológico sobre Emilio Lehmberg, lamentamos informar al oyente de este disco que no es mucha la información que podemos facilitarle sobre las obras que aquí se contienen. Por ello, las siguientes notas han de tomarse como una primera aproximación provisional:

De las al menos dos colecciones de piezas descriptivas para piano que Emilio Lehmberg compuso, tituladas respectivamente Málaga y Granada, ésta última fue objeto en 1931 de una reelaboración como obra orquestal en torno a cinco imágenes características de la capital del Darro: la Alhambra, el Generalife, el Sacromonte, etc. No estamos, pues, ante una obra orquestal original sino ante una orquestación de una previa suite pianística.

Evidentemente, Lehmberg se suma aquí al movimiento artístico de finales del siglo XIX y comienzos del XX en el que Granada ejerce de mágico talismán hacia una música no sólo muy característica como técnica de composición sino como paradigma de lo misterioso y enigmático. Desconocemos dato alguno sobre los orígenes de esta orquestación y de su posible estreno.

Impresiones del atardecer es el título del pequeño poema sinfónico que Lehmberg compuso a petición del maestro José Lassalle con destino a la importante temporada de conciertos que este director ofrecía anualmente en Madrid al frente de la Orquesta que llevaba precisamente su propio nombre, la Orquesta Lassalle, y de la que era además empresario. Ya dijimos que a comienzos de los años 30 Emilio Lehmberg militó como primer viola en dicha formación, una de las mejores del Madrid de entonces. Así que este breve poema fue estrenado en 1931 en el Palacio de la Música de Madrid, donde esta orquesta ofrecía sus conciertos.

Se trata de una partitura descriptivista, como ya su título anuncia. El reflexivo solo inicial del oboe marca el camino íntimo e interiorizante que preside el curso de la música. Una música quizá sin grandes genialidades ni sorpresas, pero de finísima armonía y muy agradable escucha.

La última obra orquestal de concierto que compuso Emilio Lehmberg antes de que las necesidades materiales hicieran centrar exclusivamente su trabajo en la música teatral y de cine fue la Suite andaluza (en el original Suite de danzas andaluzas), que recogemos también en este disco. Y, como dijimos, ya no volverá sobre el género orquestal hasta su sinfonía póstuma.

Conviene recordar aquí que el final de la guerra de España –y aún más especialmente el exilio de Manuel de Falla, paradigma de aquella etapa de la música española– hizo disparar el sentimiento nacionalista en la práctica totalidad de los compositores de aquella generación. Y muy especialmente el sentimiento de específica identificación de lo andaluz con lo español; de tal manera que parecía sobreentendido que componer música española implicaba componer música sobre esquemas andaluces. Debe quedar claro, además, que –muy en contra de lo que una sesgada interpretación político-histórica pudiera hacernos hoy parecer– este sentimiento fue aplicable tanto a la música de los compositores que se quedaron en España como a los que hubieron de exiliarse, incompatibles con el régimen vencedor en la guerra. Y cuánto más era todo esto explicable en un compositor que había nacido en Málaga y que había vivido el más genuino andalucismo desde su infancia.

Si en las Bulerías, Farruca o Fandango la sombra de Manuel de Falla planea sin tapujos, el Bolero tampoco oculta el guiño caricaturesco al celebérrimo de Maurice Ravel, ni el Zapateado a los modelos de Bretón, Giménez o Sarasate.

Ya dijimos que Emilio Lehmberg abordó la composición de su única Sinfonía en los años últimos de su vida, cuando ésta se encontraba ya muy seriamente alterada por una fuerte inestabilidad psicológica. Resulta significativa esta reacción del compositor, cuando hacía ya no menos de quince años que no componía música de concierto, pues su dedicación plena era ahora la música teatral y cinematográfica, terrenos en los que se había labrado un próspero estatus. Acaso hay que ver en este retorno cómo su subconsciente le marcaba la vuelta a un terreno de creación que quizá nunca se perdonó haber abandonado.

Lehmberg tituló éste su testamento musical como Sinfonía para la festividad de Santa Cecilia, aunque no tenemos noticia de que respondiera esta obra a ningún encargo ni conmemoración específica en torno a la patrona de la Música en la tradición cristiana. Vertebrada según los cuatro movimientos convencionales, Lehmberg no oculta en ella su admiración vital por Brahms, que resulta aun más evidente en el primer movimiento. Y si en el segundo y tercero de nuevo planea la sombra del compositor hamburgués, en el Allegro final encontramos de nuevo algún ligerísimo guiño andalucista, tan característico de su primera etapa.

Como también dijimos, el estreno póstumo de esta Sinfonía tuvo lugar en el curso de un concierto en su recuerdo que organizó el Ayuntamiento de Málaga. Fue el 17 de enero de 1962 y la interpretación corrió a cargo de la Orquesta Sinfónica de Málaga dirigida por su entonces titular Pedro Gutiérrez Lapuente.
En mi opinión, las obras andalucistas son francamente olvidables e Impresiones del atardecer un juego entre el impresionismo francés y el tardorromanticismo alemán que se queda en fruslería, pero la Sinfonía me ha parecido cosa seria. Fuera de su tiempo, sin duda, y con su modelo brahmsiano bastante lejos, se trata en cualquier caso de una obra sólidamente construida, armoniosa de proporciones, finamente orquestada y melódicamente agraciada. Merecería que las orquestas andaluzas empezaran a programarla en sus temporadas de abono para impulsar su difusión y su entrada en el repertorio.

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