GARRIDO / MARTÍN
Noches en los Jardines del Real Alcázar. Intérpretes: Alejandro Garrido, violín; Óscar Martín, piano. Programa: Sonatas para violín y piano nº1 en sol mayor Op.78 y nº3 en re menor Op.108 de Brahms. Lugar: Jardines del Real Alcázar. Fecha: Jueves 14 de agosto. Aforo: Lleno.
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BRAHMSIANA AL AIRE LIBRE
No deja de resultar un atrevimiento programar grandes formas en un ciclo como éste, que acoge a un público variopinto, no especialmente melómano, y en unas condiciones que parecen invitar más a la ligereza, el divertimento y la miniatura, pero año tras año, Alejandro Garrido y Óscar Martín se empeñan (solos o en compañía de otros, y con notable éxito, hay que adelantar ya), en no dejarse llevar por la rutina o por lo fácil, ofreciendo programas densos y enjundiosos, en los que dominan las grandes formas románticas.
Este año le ha tocado el turno a dos sonatas de Brahms, que los sevillanos interpretaron de forma muy convincente, por dominio técnico de las dificultades y apreciable hondura expresiva. La forma de frasear de Alejando Garrido es muy lírica, lo cual se ajusta especialmente bien a estas obras del compositor hamburgués, especialmente a la 1ª sonata, dominada por la intimidad, la delicadeza y el equilibrio. Especialmente intenso resultó el Adagio, con unos sforzandi contrastantes bien marcados en la exposición del piano, que inmediatamente recogió el violín. Muy moderado en contrastes, incluso algo plano resultó el movimiento final, aunque fraseo, acentos y articulación resultaron ágiles y elegantes, evitando en todo momento la ampulosidad de las frases demasiado hinchadas.
Algo diferente es la 3ª sonata, más romántica, descarnada y brillante, lo cual se apreció ya desde los ataques vehementes del piano en el segundo tema del Allegro incial. Las partes más agudas sonaron algo crispadas en el violín, pero Garrido obtuvo en el Adagio una ternura de su registro grave de altísimo poder expresivo. Muy brillante el breve Scherzo antes de un final intensísimo en su arranque, con un diálogo de extraordinaria riqueza melódica y rítmica entre los dos instrumentos que Garrido y Martín dibujaron con notable variedad de matices y una flexibilidad y una fluidez de la agógica que evitó cualquier atisbo de rigidez.
[Publicado en Diario de Sevilla con pequeñas modificaciones el sábado 16 de agosto de 2008]
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