CUARTETO TOLDRÁ
Noches en los Jardines del Real Alcázar. Componentes: Alejandro Muñoz, violín I; Manuel Jesús Cabrera, violín II; José Ramón Medina, viola; Carlos González, violonchelo. Programa: Crisantemi de Puccini; Cuarteto en si bemol mayor KV 458 La caza de Mozart; Vistas al mar de Toldrá. Lugar: Jardines del Real Alcázar. Fecha: Viernes 8 de agosto. Aforo: Lleno.
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POSTALES DEL MEDITERRÁNEO
Poco a poco, quizá más lentamente de lo que aventuraban los más optimistas, los efectos benéficos y multiplicadores de la existencia de cuatro grandes orquestas sinfónicas en la región y del Programa de Jóvenes Intérpretes de la Junta de Andalucía, concretado de forma especial en la Orquesta Joven de Andalucía, empiezan a notarse, y tenemos hoy jóvenes instrumentistas de cuerda (la gran asignatura pendiente de la música española) que no sólo están accediendo ya a las plazas de profesores de nuestros conjuntos sinfónicos, sino que son capaces de crear grupos de cámara con calidad más que apreciable y, a poco que reciban el apoyo necesario (y la participación en este Festival lo es, sin duda), un futuro por delante bastante halagüeño.
Es el caso del Cuarteto Toldrá, fundado en 2003 por miembros de la OJA y que, aunque ha cambiado varias veces ya de viola, ha conseguido en estos años moldear un sonido lleno, redondo, homogéneo, compacto que le ha dado incluso importantes éxitos en concursos internacionales. En el Alcázar sevillano, el grupo debutó mostrando por encima de todas una gran virtud para un conjunto de sus características: la claridad. Cierto que el sistema de amplificación no es el más adecuado para apreciar algunos detalles, como las dinámicas o el timbre de cada instrumento, pero el equilibrio y la transparencia de texturas brillaron de tal forma que compensó de sobra estas carencias.
Puede que en el inicio los arcos parecieran algo rígidos, lo cual en cierta medida ayudó a controlar la sentimentalidad desbordante tan característica de los Crisantemos puccinianos, pero el inicio del cuarteto de Mozart sonó ágil, muy bien articulado, con mucho control del ritmo, pero sin resultar seco ni metronómico. Faltó acaso esa chispa de gracia mozartiana en momentos como el trío del minueto, pero el Adagio resultó impecable en su elegancia y el Allegro assai conclusivo, más que transparente, cristalino. En el final, reservado a la obra camerística emblemática del barcelonés que les da nombre, los miembros del Toldrá lucieron contrastes y color en esas Vistas al mar que presentaron como tres auténticas postales del Mediterráneo.
[Publicado en Diario de Sevilla el domingo 10 de agosto de 2008]
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