Un amigo me puso en la pista. Conocía a Eugène Green como la voz de Bossuet en el Sermón de la muerte que completaba aquel maravilloso disco de Le Poème Harmonique dedicado a las Lecciones de Tinieblas de Delalande (sí, aquel en que se basaba Tenebrae, ese programa que presentaron el año pasado en el Festival de Granada y éste en el Festival de Música Antigua de Sevilla, ante el que un cronista local se preguntaba cómo podían tener prestigio en Europa un grupo tan malo y una soprano tan sosa como Claire Lefilliâtre, misterios del universo). Green había participado antes en otro disco de Alpha, dedicado a Robert de Visée y Théophile de Viau, y luego dirigiría dentro del sello la colección Voce Umana, en la que registró también cuentos de Perrault. Sabía todo eso, pero desconocía por completo su faceta como cineasta, que sin embargo él se toma bastante en serio, como demuestra en esta entrevista de diciembre de 2003, justo cuando se preparaba para el asalto definitivo a Le Pont des Arts, proyecto que preparaba desde 1997.
Estudioso y gran conocedor de las artes interpretativas barrocas, sobre las que ha dejado huellas bibliográficas, fundador a finales de los 70 de un conjunto de teatro barroco (el Teatro de la Sapiencia), dramaturgo y director de escena, como cineasta, Green (neoyorquino afincado en París al cumplir los 20 años, en 1969) se reconoce influido por el universo de Bresson y de Ozu (en esa entrevista cita también a algunos cineastas asiáticos actuales, Wong Kar Wai, Hou Hsiao Hsien, Kore Eda; a medida que iba leyéndolo más me entusiasmaba, pues quitando a Eda, que no conozco los restantes nombres forman parte de mi personal panteón de cinéfilo desordenado y caprichoso), y la huella de estos dos grandes maestros se nota desde luego en esta película enigmática y hermosa, que conforma su tercer largometraje, después de Toutes les nuits (2001) y Le monde vivant (2003). Green tiene también un par de cortos en su filmografía: Le nom du feu (2002) y Les signes (2006).
Christoph Huber hace un interesante análisis del cine de Green, en el que tanto la figura de Bresson como la del juego barroco de los contrastes (y de los opuestos) resultan recurrentes. En Le Pont des Arts ese juego de contrarios se manifiesta desde luego en las dos parejas sentimentales protagonistas, condenadas desde su primera aparición en escena a la disolución, pero el de los caracteres personales (un apático y soñador doctorando en filosofía junto a una entusiasta y pragmática estudiante de filología, una melancólica y torturada cantante barroca al lado de un frío y metódico experto en computadoras) parece ser sólo el medio que tiene Green de conducir la acción hacia los opuestos que en verdad le interesan: la realidad y la irrealidad, la vida y la muerte, el arte sublime y la rutina cotidiana, y en medio, traspasando barreras infranqueables para la común experiencia humana, una historia de amor imposible que se desata propiciada por una obra de Monteverdi, el Lamento della Ninfa.
Es por Monteverdi, por supuesto, que traigo aquí esta película. En la afición de todos los melómanos suele haber un antes y un después del encuentro con una música concreta. Mi antes y mi después lo marca el Lamento della Ninfa de Monteverdi, apenas cinco minutos de una intensidad y una belleza avasalladoras. Auténtica ópera en miniatura (casi un haiku operístico), Monteverdi fusiona en esta obra maravillosa el madrigal con la escena lírica de forma tan prodigiosa que ni el madrigal pudo resistirlo por más tiempo ni la ópera lo entendería hasta pasados varios siglos (veo en Janacek, pero apenas antes, buena parte de ese espiritu de concisión y concentración expresiva típicamente monteverdianas unidas a la flexibilidad que da el hacer centro del ritmo la cadencia natural de la palabra, que tan bien representa el Lamento –y otras obras del genio cremonés, pero esta más que ninguna, con su swing casi jazzístico).
Tres veces suena completo el Lamento della Ninfa en Le pont des arts. En las dos primeras se trata de un empleo diegético de la música (esto es, el Lamento suena dentro de la propia acción de la película): la primera vez, Sarah lo canta mientras ensaya con su grupo (Les Délices Triomphantes) antes de la grabación del disco (vinilo, la acción se sitúa entre 1979 y 1980) encargo de las (singulares) autoridades culturales del país; la segunda vez, Pascal pone el disco como banda sonora de su suicidio, y es la voz de Sarah quien lo salva. La tercera y última vez, la música es externa al drama, pero lo envuelve y lo condiciona, lo cierra con el poder de su magia.
Tan vinculado al sello Alpha (Benjamin Lazar, director de escena de uno de los proyectos más hermosos de la moderna fonografía europea, hace un papel como actor) Eugène Green (quien también ofrece su cameo a lo Hitchcock) confía la música de su película a uno de los símbolos más reconocibles del sello parisino, Vincent Dumestre y Le Poème Harmonique. Es Claire Lefilliâtre la que canta esta versión del Lamento della Ninfa, mientras que las voces masculinas son las de Jean-François Novelli, Jan van Elsacker y Arnaud Marzoratti. La versión es tan apabullante en su nostálgica, refinadísima y honda hermosura, en su mórbida y turbadora sensualidad que esa frontera entre el antes y el después de mi vida melomaníaca se ha renovado con la escucha. Aquí la dejo en sus tres formas. Háganse con la película.
I. El Innombrable
II. El suicidio
III. El puente
FICHA TÉCNICA
Título original: Le Pont des Arts
Año de producción: 2004
Duración: 126 minutos
Director: Eugène Green
Guión: Eugène Green
Productor: Martin de Clermont-Tonerre
Fotografía: Raphaël O'Byrne
Dirección musical: Vincent Dumestre
Reparto:
Adrien Michaux (Pascal)
Natacha Régnier (Sarah Dacruon)
Alexis Loret (Manuel)
Denis Podalydès (Guigui, el Innombrable)
Olivier Gourmet (Jean-Astolphe Méréville)
Camille Carraz (Chistine)
Jérémie Renier (Cedric)
Christelle Prot (La mujer kurda)
Benjamin Lazar (Michel)
Manuel Weber (Juju)
Laurent Soffiati (Olivier Jeanmin)
[Algunas reseñas. Strictly Film School. Baroque attitude. En Filmaffinity. En IMDB.]
La nueva Cuarta de Brahms por Barenboim en Berlín, según Pedro González Mira
-
Me envía Pedro González Mira las siguientes líneas a propósito del
concierto de Barenboim y la Filarmónica de Berlín que intenté comentar en
la entrada a...
Hace 22 horas
4 comentarios:
Pablo, me extrañaba mucho que no me contestaras cuando te envié el correo comentándote la sorpresa que recibí al oír cantar a la gran Claire Lefilliâtre en la boca de una señorita que no conocía de nada. Ahora me lo explico todo al ver el magnífico escrito que has hecho. Estabas cociendo algo interesante ante tal sorpresa y querías dejarlo anidado en tu magnífico blog.
¿Tienes el film?.
La señorita Lefilliâtre tiene la virtud de hacer tomar vida a cualquier cosa que canta; ¡cuánto más si se trata del lamento!.
Severino Palanganna.
La verdad es que cuando abrí el link que me mandaste y vi a esa Claire cantando el Lamento me quedé lo que se dice espampanao (que traducido al castellano común y para que nos entiendan todos, viene a ser algo así como asombrado, fascinado, embobado o cualquier otro sinónimo que se te ocurra), y como me atrajo mucho la estética de esos 5 minutos me dije que tenía que conseguir la película y que después ya te diría algo. Y la conseguí (aunque la tengo sólo en francés) y después de verla, me dije que tenía que poner lo que me había sugerido en algún sitio, y ahí está. Lo que no termino de entender es por qué Alpha no ha hecho algo más con ese material, pues que yo sepa no está disponible en CD (en la banda sonora hay también un fragmento de La Catena d'Adone de Mazzochi, una pieza de clave de Rameau y algunas otras cosillas de época). En fin, que gracias, y que te puedo pasar la película cuando quieras...
Ambrogio Cascabella
Hola.
Estoy realmente interesado en poder ver este film, lamentablemente no he podido encontrarlo en ningún sitio por mas que busco.
Alguien pudiera orientarme con respecto a donde hallarla.
Realmente deseo verla
Gracias.
Por ejemplo:
http://www.myskreen.com/film/romance/2754191-le-pont-des-arts/
Publicar un comentario