sábado, 29 de noviembre de 2008

Cocodrilos y acémilas

Ancha es Castilla como ancho es el mundo de la opinión, incluso en el universo a menudo asfixiante de la llamada 'música clásica'. Contrastar pareceres, intercambiar puntos de vista, aunque sean completamente opuestos es, cuando se hace de forma argumentativa y respetuosa, siempre útil y enriquecedor. Lo que nunca resulta admisible son los rebuznos disfrazados de juicios de valor. Uno puede criticar con dureza, incluso con un lenguaje crudo y mordaz, aquello que a su parecer lo merezca, pero si rebuzna, lo mejor es que lo haga en privado. Viene esto a cuento del comentario (¿crítico?) que, bajo el título de Julio César para snobs y sin firma, apareció el día 24 de este mes de noviembre en la edición digital del diario La Razón a cuenta del Giulio Cesare de Haendel que el Teatro de la Maestranza de Sevilla había presentado dos días antes, un comentario que transcribo aquí íntegro porque a veces la red da sustos y las cosas desaparecen de ella como por ensalmo.
La exigua temporada operística del Maestranza merecería una programación más convencional. No caben montajes vanguardistas o heterodoxos en un abono que en más de tres lustros no ha podido siquiera presenciar una vez muchas de las obras de referencia en la historia del bel canto. Por ejemplo, el gran Haendel se había ausentado de las tablas sevillanas hasta el estreno, el sábado, de una versión libre de «Giulio Cesare» en la que no se ahorró a los asombrados espectadores ni un «peep show» a cargo del emperador y Cleopatra o un grotesco striptease a cargo de un extraño personaje vestido de «boy scout» en la escena de la violación de Cornelia, ni siquiera arias de otras óperas del autor a modo de morcilla. Hay un mucho de palurda pretenciosidad y un nada sutil toque de pedantería en quien quiere vender lo exclusivo antes de haber ofertado lo básico, pero he aquí una actualización del sevillano tópico que se alimentó de bocadillos de chóped durante dos meses para poder convidar a gambas en la Feria. En otra ocasión, habrá que extenderse en el análisis pormenorizado de un programa de mano redactado por una acémila que pone las tildes a voleo. Da la impresión de que ni se molestan en corregir la prosa robotizada e imprecisa de cualquier traductor «on line». Las voces, por cierto, excelentes; y el simpático cocodrilo-bailarín, una originalidad que sí se agradece.

Bien. Que un tipo venga a decir qué cosa puede ver y qué cosa no el público sevillano es un rasgo de arrogancia y petulancia tan desmesurado que no me merece mayor gesto que la sonrisa burlona, pero entra dentro del ancho terreno de la opinión (por cierto, el anónimo comentarista bien podría dejarnos por algún sitio los títulos que él considera "referencia en la historia del bel canto" y, ya puesto, colocar a su lado otra lista con los que ha ofrecido el Maestranza en sus 17 años de vida, lo cual podría generar un debate muy enriquecedor), por lo que si todo se hubiera quedado ahí, yo no tendría que estar ahora perdiendo mi tiempo con esto. No es pues la opinión de este ¿crítico? (y las interrogaciones responden a que desconozco su nombre y filiación) sobre la producción de Julio César o sobre la labor del actual equipo dirigente del Maestranza lo que me lleva a responderle, sino su posterior rebuzno, al llamar "acémila" al responsable del programa de mano, ignorante imagino de que detrás de todas las publicaciones del Maestranza hay un equipo, coordinado, eso sí, por una persona que lleva casi quince años en el teatro, tiempo en el que ha demostrado un nivel de profesionalidad y eficacia que ha sido amplia y suficientemente reconocido como excepcional, muy especialmente por los críticos y los periodistas que de cualquier lugar del mundo han precisado en algún momento de su mediación y de su atención. Pero es que además se da la circunstancia de que tengo a esa persona por amiga, y yo admito siempre la crítica pública (incluso la más dura que sea posible imaginar) contra cualquiera (incluidos obviamente mis amigos y yo mismo), pero no estoy dispuesto a dejar sin respuesta los rebuznos, que esos sí que caracterizan sin ningún género de duda a las acémilas.

1 comentario:

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

A quien ha escrito esto en realidad habría que premiarle... con el pack "Grandes óperas" en las aclamadas producciones escénicas de José Luis Moreno en el Teatro Calderón. Le encantará.