Antes de dejar listo para el partido de homenaje al Steinway del Maestranza, Ivo Pogorelich fulminó con la mirada a uno que pasaba por allí y declaró abolido el legato chopiniano, lo cual causó crisis cardíacas agudas en algunos defensores del templo. El gori gori por el instrumento lo entonamos todos con Sibelius, mientras que con la sección central del Vals Mephisto de Liszt y con Le gibet de Ravel el yugoslavo logró algo insólito: nos hizo sentir cómo el musguito crecía bajo nuestros pies. Luego, con Scarbo se demostró que este tío no es en realidad de nuestro mundo. Los marcianos que lo dejaron sobre la superficie terrestre se equivocaron de fecha. Pogorelich es un pianista del siglo XXV.
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