jueves, 11 de marzo de 2010

Lo culto y lo popular

Xavier Díaz-Latorre y Pedro Estevan en Sevilla, momentos antes de su concierto[Pedro Estevan y Xavier Díaz-Latorre (© Juan Carlos Muñoz)]

DÍAZ-LATORRE / ESTEVAN


XXVII Festival de Música Antigua de Sevilla. Xavier Díaz-Latorre, guitarra barroca; Pedro Estevan, percusión. Programa: Sones de Palacio y danzas de rasgueado: obras de Francisco Gueraru, Gaspar Sanz y Santiago de Murzia. Lugar: Casa de la Provincia. Fecha: Miércoles 10 de marzo. Aforo: Dos tercios de entrada.

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LO CULTO Y LO POPULAR SE HERMANAN EN LA GUITARRA

Aunque sus antecedentes se pierden en la antigüedad, la guitarra no alcanzó a convertirse en un instrumento popular hasta el siglo XVII, cuando fue desplazando progresivamente a la vihuela del gusto general. Tardó en cualquier caso el instrumento, añadido ya un quinto orden a las cuatro con los que cruzó el Renacimiento, en quitarse de encima el complejo de no poseer la nobleza de su prima hermana, y tal vez por ello Guerau le dedicó un libro fundamentalmente contrapuntístico, en el que la guitarra dejaba de lado sus típicos rasgueos para acogerse en exclusiva al estilo del punteado. Los otros dos grandes maestros de la guitarra barroca española (Sanz y Murzia) combinaron en cambio ambas técnicas, extrayendo el sujeto de su inspiración básicamente de las danzas populares.

Admirable la combinación que Xavier Díaz-Latorre planteó de estos tres nombres esenciales de la música española, expandiendo el carácter rítmico de las danzas con el apoyo de las darbokas, los panderos, las panderetas y las castañuelas (inevitables en las Xácaras) del siempre genial Pedro Estevan.

Con un instrumento de un sonido tan bello como poderoso, perceptible incluso en los más sutiles rasgueos y arpegios en pianissimo, el arte de Díaz-Latorre descansa en una técnica imponente, un fraseo siempre delicado y cuajado de matices y una notable capacidad para la fantasía, que mostró de sobra con las improvisaciones sobre algunos modelos armónicos presentados por Sanz en su libro (tarantelas, zarabanda, paradetas). El virtuosismo del intérprete brilló en los Pasacalles, piezas de gran complejidad polifónica, que tocó, en solitario, con extrema claridad y un sentido muy flexible de la frase. El color de la percusión otorgó a las danzas rápidas un gozoso sentido de sensual hedonismo.

[Publicado en Diario de Sevilla el jueves 11 de marzo de 2010]

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