REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA
Temporada de Conciertos 2008-09. 12º programa de abono. Solistas: Catherine Wyn-Rogers, contralto; Camilla Nylund, soprano; Michael Volle, barítono. Voces femeninas del Coro de la Asociación de Amigos del Teatro Maestranza. ROSS. Director: Pedro Halffter. Programa: Magnificat de Ralph Vaughan Williams y Sinfonía lírica Op.18 de Alexander von Zemlinski. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Jueves 2 de abril. Aforo: Dos tercios de entrada.
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ARDIENTE INTENSIDAD Y SÓLIDO EMPASTE
Desde el 24 de enero no ofrecía la ROSS un concierto de abono en el Maestranza. La gira centroeuropea en febrero y los ensayos y representaciones de La fanciulla del West en marzo han provocado este vacío que quizá haya podido llegar a despistar a abonados y aficionados en general, pues la afluencia de espectadores fue menor que la que un programa original y muy atractivo podría haber hecho pensar.
Este paréntesis en la actividad de abono ha servido en cualquier caso para fortalecer la relación del conjunto con su director artístico, pues Pedro Halffter ha sido el responsable de todas las producciones realizadas por la orquesta en estos dos meses, lo que ha redundado sin duda en la redondez del sonido y en el espléndido empaste que el conjunto mostró ayer.
Fue ello compatible con los más pequeños matices de instrumentación (estupenda la flauta solista de Juan Ronda) en el poco frecuentado Magnificat, para contralto, coro femenino y orquesta, de Vaughan Williams, una obra de enigmática belleza a la que la contralto Catherine Wyn-Rogers aportó una expresiva delicadeza, que no dejó pasar ni un detalle retórico, como en ese crescendo exultante sobre "And exalted, exalted them of low degree". Las voces femeninas del Coro del Teatro, exigidas por unas dinámicas que casi todo el tiempo se mueven entre el mezzopiano y el pianissimo, respondieron con homogeneidad y buen empaste. Muchos menos aplausos de lo que la interpretación merecía.
Halffter ha demostrado que en la música de Zemlinski se mueve con extraordinaria soltura, y lo confirmó en una partitura tan compleja como la Sinfonía lírica, que trazó con una intensidad y una pasión que se desbordó en los pasajes más sensuales y voluptuosos, pero manteniendo siempre un control estricto sobre el volumen sonoro, lo que favoreció la claridad y el buen hacer de los dos solistas, en especial de la soprano finlandesa Camilla Nylund, voz de timbre no especialmente agraciado, pero de agudos firmes y fraseo de gran flexibilidad, que le permitió recorrer todas las gamas de sentimientos y colores que incluye su rol en la obra, oscilando entre la brillantez del canto pleno y una delicada exposición de las medias voces. De volumen muy apreciable el barítono Michael Volle, que resultó sin embargo mucho más lineal en la expresión.
[Publicado en Diario de Sevilla el viernes 3 de abril de 2009]
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