lunes, 1 de septiembre de 2008

El síndrome Caine

Uri Caine
Desde que sus trabajos en Winter & Winter a partir de música de Mahler y Wagner tuvieran un amplio reconocimiento más allá de los habituales círculos de aficionados al jazz, Uri Caine (Filadelfia, 1956) se ha convertido en una especie de francotirador del repertorio clásico, que ha deconstruido y reconstruido con desafiante libertad a través de una mirada de desprejuiciada y feraz creatividad, capaz de conquistar a melómanos de esos que apenas se aventuraban más allá del territorio de sus admirados maestros (y de horrorizar también a otros), dejando siempre una huella reconocible en todo aquello por lo que pisa o pasa, ya sean las Variaciones Goldberg, las Diabelli, música de Schumann, Mozart o, como en su último trabajo, Verdi.

Con The Othello Syndrome, Caine se adentra de forma decidida en la espesura de la jungla operística, terreno muy delicado, repleto de trampas y peligros, ya que dado como ningún otro de la música académica al sacerdocio, las sectas y las abjuraciones, y lo hace sin remilgos, con la pasión de la que siempre ha hecho gala y jugando con las referencias shakesperianas y verdianas del drama con profundo conocimiento musical y literario y unas admirables dosis de flexibilidad y sutileza.

Monumento a Giuseppe Verdi en Manhattan
El comienzo, a partir del Preludio de la ópera, parece por unos segundos casi sinfónico, pero enseguida las vocalizaciones orientalizantes de Dhafer Youssef nos advierten de que aquí nos movemos en otro terreno. El drama parece deslizarse entonces hacia el terreno de la comedia, y la canción tabernaria, exclusivamente instrumental, así parece confirmarlo, al menos hasta el dúo de amor entre Otello y Desdémona, cuando la atmósfera se transforma, serenada por un sofisticado aire entre el espiritual negro y la canción romántica. Singularísimo el Credo de Yago, cuya primera parte recita Marco Paolini sobre el texto original de Arrigo Boito y completa Sadiq Bey con un fondo electrónico de oscuras resonancias trágicas. El villano completa su explícita presencia con un tema titulado Iago’s Web, que es un genial e irónico homenaje a la música popular italiana.

No faltan referencias al rhythm and blues, como en She’s the Only One I Love, mientras que en el Lamento de Desdémona las sensuales vocalizaciones de Josephine Lindstrand nos remiten al universo del pop. El tono, expresionista al principio, jocoso al final, de The Lion of Venice parece en cambio creado específicamente para que el trompetista Ralph Alessi muestre su virtuosismo, como el guitarrista Nguyên Lê tuvo ocasión de hacer ya en Am I a Fool? La Confesión de Otello es un auténtico rap muy pausado, mientras que con la Canción del sauce y el Ave Maria, Caine ofrece el último punto de asidero a la ternura, la inocencia y el encanto de la voz de Lindstrand. Después de eso, el asesinato y la muerte se ensoñerean de la escena en una especie de recapitulación final, en la que Dhaffer Youssef nos remite al origen oriental del drama, la electrónica y un violín en el límite de sus agudos parecen desgarrase y todo termina disuelto en el cadencioso fraseo de Bunny Sigler, que pone voz al final del moro con una mezcla de rebeldía y ternura de enorme poder afectivo. Tenga cuidado si acepta el desafío, pues es posible que en él quede atrapado, fascinado, rendido, pero tampoco se preocupe demasiado si eso ocurre, muchos otros lo sufrieron antes que usted: lo llaman el síndrome Caine.

[Publicado en Diario de Sevilla el sábado 30 de agosto de 2008]

The Othello Syndrome de Uri Caine
Uri Caine (1956): THE OTHELLO SYNDROME
a partir de Otello, ópera en cuatro actos con música de Giuseppe Verdi y libreto de Arrigo Boito

Uri Caine Ensemble
Director: Uri Caine

Sadiq Bey, Josefine LIndstrand, Bunny Sigler y Dhafer Youssef, canto
Marco Paolini y Julie Patton, recitado
Ralph Alessi, trompeta
Stefano Bassanese y Bruno Fabrizio Sorba, electrónica
Jim Black y Zach Danziger, baterías
Joyce Hammann, violín
John Hebert, bajo acústico
Nguyên Lê, guitarra
Tim Lefebvre, bajo acústico y eléctrico
Chris Speed y Achille Sucei, clarinetes
Uri Caine, piano y teclados


1. Othello's Victory
2. Fire Song
3. Drinking Song
4. Love Duet with Othello and Desdemona
5. Introduction to Act II
6. Iago's Credo
7. She's the Only One I Love
8. Iago's Web
9. Desdemona's Lament
10. Am I a Fool?
11. The Lion of Venice
12. Othello's Confession
13. The Willow Song / Ave Maria
14. Murder
15. The Death of Othello
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WINTER & WINTER 910 135-2 (Diverdi) [75'33'']
Grabación: Febrero de 2005



Caine: The Willow Song / Ave Maria. [7'41''] Uri Caine Ensemble. Uri Caine

P. S. Frente a lo que muchos llaman 'fusión', y resulta más bien una intragable yuxtaposición de estilos y medios o, peor aún, la repetición de una serie de melodías a las que simplemente se les cambia la base rítmica, Caine opera en sus acercamientos al repertorio clásico mediante técnicas vampíricas: profundiza en el canal sanguíneo de sus víctimas para transformarlas en réplicas de su propia naturaleza. Así, donde antes había una canción de amor sigue habiendo una canción de amor, pero de ella no queda sino una frase de texto, el recuerdo sutil de una melodía o un ritmo que de pronto se cruza, apenas nada: todo es pura invención, en el sentido más barroco del término. De ahí podría salir un engrudo tan intragable como la 'fusión' de la posmodernidad más comercial y deleznable, pero en cambio, en Caine todo resulta verosímil, brillante, atractivo, poderoso, fascinante. Yo a eso lo llamo talento. Desde los Mahler, es este disco dedicado al Otello de Verdi el que más me ha convencido de todos sus acercamientos a la música clásica.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por la sugerencia. Habrá que escuchar... un abrazo

Titus dijo...

Me alegro de encontrar una buena opinión sobre Uri Caine, a mí también me parece muy interesante.

Anónimo dijo...

Hola, Pablo.

De acuerdo contigo en todo, como casi siempre. Hilas fino de verdad...
Un abrazo desde el destierro al que hace ya casi un año me enviaron (no veas lo bien que se está aquí, lejos de codazos y puñales cainitas).

Egnatius

Pablo J. Vayón dijo...

Hombre, amigo Ignacio, alejado del mundanal ruido. Veo en cualquier caso por la revista que conservas el espíritu crítico despierto, sereno y equilibrado, sin dejarte llevar por lo que sin duda más te pide el cuerpo. Un abrazo.

sebastián wise dijo...

no se puede explicar mejor lo que uri caine significa para el mundo de la música, pocas críticas tan justas he leído al respecto, se agradece la refrescante lucidez de tus líneas

a seguir :)

un saludo

sw