MÚSICA PRIMA
Noches en los Jardines del Real Alcázar. Componentes: Francisco Orozco, canto, laúdes, vihuelas; Rami Alqhai, viola da gamba; Álvaro Garrido, percusión. Programa: Carlos V: Las Edades de un Imperio. Lugar: Jardines del Real Alcázar. Fecha: Domingo 7 de septiembre. Aforo: Lleno.
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JUGLARES PARA UN EMPERADOR
Cierre del ciclo del Alcázar, que ha conservado este año la buena salud de los anteriores, y ello a pesar de la extensión de los conciertos hasta septiembre y de un presupuesto no demasiado generoso, que dada la extraordinaria respuesta, año tras año, del público (el aforo cubierto se aproxima al 95% de media), debería revisarse al alza, lo que permitiría una programación más enjundiosa y renovada para futuras ediciones, quién sabe si como núcleo de algo más grande e importante para cubrir los tristes veranos culturales sevillanos.
El último concierto de 2008 lo ofreció un grupo que se ha convertido casi en un clásico en la ciudad en su apenas lustro de existencia. Música Prima sale del núcleo de Artefactum como un proyecto comandado por el colombiano Francisco Orozco, quien recita, canta, toca, actúa y da alma a un espectáculo en tono juglaresco, chisposo y divertido, que este año estuvo dedicado a recorrer la vida del emperador Carlos V, quien por su carácter de rey guerrero, tan cercano por ello a lo medieval, se ajustaba especialmente bien a este tratamiento juglaresco.
Aunque con algunos saltos no demasiado bien engranados (el paso por América resultó poco convincente), el guión está bien construido y resulta muy fluido en la voz y los gestos de Orozco. Musicalmente, los temas (básicamente danzas y canciones del Renacimiento) se presentan en arreglos adecuados al empeño del grupo, en general muy cortos, lo que contribuye a la fluidez del ritmo global del espectáculo, bien equilibrados en el tratamiento instrumental. Orozco es un cantante de extracción puramente popular, lo que termina por dar el tono interpretativo, ligero y fresco, al conjunto. Aunque le he escuchado actuaciones más pulcras, con la voz más asentada, algo más homogénea y clara, sus maneras son siempre expresivas y se adaptan en general mejor a piezas desenfadadas como Quand je bois du vin claret que a las más tiernas y conmovedoras, como Hélas, Madame o Mille Regretz, a las que faltó el punto último de refinamiento que las convierten en deliciosas muestras del mejor arte renacentista.
[Publicado en Diario de Sevilla el martes 9 de septiembre de 2008]
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