FESTIVAL TURINA
2º Festival Internacional de Música de Cámara Joaquín Turina. Programa e intérpretes: Sonata para violonchelo y piano en la mayor Op.69 de Beethoven (Tsuyoshi Tsutsumi, violonchelo; Benedicte Palko, piano); Escena Andaluza Op.7 de Turina (James Dunham, viola solista; Stephanie Gonley y Esther Hoppe, violines; William Coleman, viola; Israel Fausto Martínez, violonchelo; Daniel del Pino, piano); Sonata para fagot y piano en sol mayor Op.168 de Saint-Saëns (Javier Aragó, fagot; D. del Pino, piano); Sexteto con piano Op.110 de Mendelssohn (E. Hoppe, violín; J. Dunham y W. Coleman, violas; I. F. Martínez, violonchelo; Rubén Fornell, contrabajo; D. del Pino, piano). Lugar: Casa Salinas. Fecha: Jueves 10 de septiembre. Aforo: Casi lleno.
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INAUGURACIÓN EN CÁLIDO RECOGIMIENTO
A pesar de que las condiciones ambientales no eran las idóneas (la temperatura superaba en varios grados lo deseable y un campanario demasiado cercano avisó machaconamente de los cuartos durante la primera parte del recital), el hermosísimo patio de la Casa Salinas se convirtió a la postre en un espacio muy adecuado para la inauguración de la segunda edición de un festival que hace dos años dejó una huella imborrable en los buenos aficionados. La más que notable acústica del lugar y la cercanía del público con los intérpretes fueron capaces de generar ese ambiente de calidez doméstica, de íntimo recogimiento que parece ser buscado específicamente por un modelo de certamen que apuesta por el trabajo de un grupo de músicos que se reúnen más por afinidades personales que por intereses profesionales.
Este tipo de festivales, que nace de la asociación de muchos solistas diferentes, permite, entre otras cosas, la programación de obras no demasiado frecuentes. Fue anoche el caso de la Escena Andaluza de Turina, que sonó en una versión menos pintoresca y más afilada de lo que pudiera esperarse, o del juvenil (pese al número de opus) Sexteto de Mendelssohn, obra de espíritu clásico interpretada con un equilibrio ideal entre la claridad formal y la intensidad expresiva propia de un adolescente, incluido ese oasis de bella serenidad del Adagio.
Algo más conocida la Sonata de Saint-Saëns, obra de plena madurez, que permitió al fagotista de la ROSS lucir con admirable ductilidad todos los recursos del instrumento, pero la pieza más popular del programa fue la que abrió el concierto, la Sonata Op.69 de Beethoven, que Tsutsumi y Palko tocaron con estupendo equilibrio tímbrico e impecable claridad polifónica, trazando en cualquier caso una versión en la que, por la fuerza vigorosa del sonido, dominó su perfil romántico .
[Publicado en Diario de Sevilla el viernes 11 de septiembre de 2009]
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