"MORTIER ME HA PEDIDO QUE ME SUME A SU PROYECTO EN EL REAL"
Formado en la polifonía renacentista y la música antigua, Pablo Heras-Casado (Granada, 1977) se ha convertido en apenas un lustro en uno de los más prestigiosos directores de orquesta españoles. Ahora viene a Andalucía para hacer
música española al frente de un conjunto austríaco.
–¿Vivimos una edad de oro de la composición en España?–No creo. Hay un desarrollo natural a partir de una generación de compositores muy respetada en Europa como Luis de Pablo, Cristóbal Halffter, Francisco Guerrero, José Luis de Delás y un largo etcétera, continuada por otra generación magnífica, con Jesús Rueda, José Manuel López López, David del Puerto... Los compositores españoles se mueven por Europa con facilidad y desarrollan sus técnicas y su estilo en contacto con las corrientes más variadas. Y eso los hace más
visibles.
–Pero el Klangforum Wien es uno de los conjuntos más prestigiosos del mundo...–Sí, pero el hecho de que preste atención a los jóvenes compositores españoles es la continuación de algo que ya existe. Este mismo
ensemble ya ha interpretado e incluso grabado música de Sánchez-Verdú, Mauricio Sotelo, Elena Mendoza...
–Mirando su currículum, admira sobre todo la versatilidad: ha fundado y dirigido lo mismo corales que conjuntos barrocos, grandes orquestas sinfónicas y ensembles dedicados a la música contemporánea...–Siempre he tenido la necesidad de conocerlo todo en su forma más amplia y transversal: el conocer bien una parte del repertorio perdiendo la perspectiva del resto, siempre me ha parecido limitado y sesgado. Por eso, partiendo de mis orígenes en la polifonía del XVI y XVII, fui descubriendo de una forma muy natural y trabajando de manera intensa en el resto de repertorios y estilos. Para mí no existen compartimentos en la música ni en el arte.
–¿Y ha decidido privilegiar algunas de estas vías?–Me siento muy afortunado por poder compaginar con la misma intensidad absolutamente todas estas vías. Sí es cierto que la ópera tiene un peso importante ahora, pero más que nada por una cuestión de tiempo ya que cada producción supone unos dos meses de dedicación, pero he limitado a dos o tres producciones por temporada para poder seguir haciendo todo lo demás.
–¿Piensa en la titularidad de algún gran conjunto o prefiere la libertad del freelance?–La combinación de ambas cosas es para mí el ideal: sí que me atrae mucho una titularidad por lo que significa de participar en un proyecto a medio-largo plazo, la posibilidad de programar, crear, construir contextos musicales y artísticos y llevarlos a un público cada vez más abierto pero también más exigente. Pero evidentemente también necesito la libertad, la posibilidad de experimentar, de crear nuevas relaciones y espacios.
–Su trabajo en la Ópera de París supuso su lanzamiento internacional.–Aquello me abrió la posibilidad de conocer el mundo de la ópera de una forma muy intensiva, ya que durante casi dos años estuve sumergido en las producciones de ese teatro, en las que trabajaba yo y en las que no. Fue un aprendizaje extraordinario estar en contacto permanente, día a día, con los mejores en todas las disciplinas del teatro lírico.
–¿Qué piensa del nombramiento de Gérard Mortier al frente del Teatro Real de Madrid?–Estoy seguro de que se abre una etapa muy importante y estimulante para el mundo de las artes en general.
–¿Formará usted parte de su equipo?–Mortier ya me lo pidió cuando asumió la dirección artística de la New York City Opera. Cuando los planes cambiaron y apareció Madrid él me mostró su interés en que participara en su proyecto.
–Aparte de con la de Granada, no ha tenido contactos con las otras orquestas andaluzas, ¿hay propuestas?–No.
–Sin embargo, su carrera internacional no para de crecer: Alemania, Estados Unidos, Inglaterra, Japón, grandes orquestas, teatros prestigiosos, grandes salas... ¿Siente vértigo ante esta auténtica explosión?–No puedo negar que en ocasiones sí da vértigo estar comprometido ya a cuatro años vista, y en una sucesión de proyectos de mucha responsabilidad y dificultad; pero es una sensación verdaderamente excitante y estimulante. Además no tengo la impresión de que se haya producido una explosión, sino una gran intensificación en una misma línea de trabajo, muy continua y constante, que comenzó hace ya 14 años.
[Publicado en Diario de Sevilla el viernes 22 de mayo de 2009]